lunes, 19 de enero de 2009

El crimen




EL CRIMEN
Estaba en Malasia, hacia mucho calor. De repente llegaron a donde yo estaba un montón de gente. Empezaron a decir que el hombre al que traían estaba encerrado en una caseta y que había matado a una mujer extranjera. El decía que no la había matado pero no lo creían. Lo llevaron a un médico y decidieron encerrarlo en el manicomio por unos días a ver que pasaba. Estuvo tres días y al cuarto se escapó. Se informó a la policía que se había escapado un loco muy peligroso. Yo como era periodista, informé a los periódicos de España lo que había pasado. Pusieron su foto en todas partes pero no sirvió de nada, llamó a un médico amigo suyo y le dijo que le hiciera un cambio de aspecto y que no le cobrara mucho. Después de que se operó y se curó fue a Rusia, allí, en uno de los bosques hizo una caseta para él vivir. Esa fue la que utilizó para cometer los siguientes crímenes. El se llamaba Jacques, era profesional en apnea y estuvo mucho tiempo de profesor. Para cometer los crímenes, primero secuestraba a la mujer, luego entraban en la chabola, el llevaba un cuchillo y una botella de oxígeno, después de entrar, sellaba las puertas y las ventanas para que no entrara oxígeno. Después de sellarlo todo, Jacques hacía unos cortes no muy profundos en el cuerpo de la mujer para que se desangrara y muriera. Mientras la mujer moría, el hacía apnea y la botella de oxígeno era para usarla en caso de que tardara mucho en morir. Después de que la mujer muriera, quitaba una cosa parecida a la silicona (que había usado para sellar las puertas y las ventanas) con el cuchillo y llevaba a la mujer muy lejos de donde había cometido el asesinato y la abandonaba. Luego se iba y hacia la limpieza en la chabola.
Habían escrito un libro de Jacques de cuando estaba en Malasia y el libro estaba en todo el mundo y en todos los idiomas, cuando Jacques se enteró fue a la librería más cercana y yo estaba allí, él no sabía que yo lo seguía pero pronto lo iba a descubrir porque en la contraportada salía mi foto y decía que yo había facilitado mucha información. Justo cuando Jacques estaba leyendo, yo lo estaba mirando y se dio cuenta, me miró y corrió enfurecido hacia donde yo estaba, me cogió por el cuello y me dijo que si no hacía que sacaran el libro de todas las librerías se cargaba a mi novia. Me vi obligado a pagar grandes cantidades de dinero pero eso no fue suficiente, todavía quedaban bastantes libros en las librerías de Rusia. Jacques entró en mi casa pero Susan no estaba. Fue a su trabajo y allí la encontró, era modelo y estaba anunciando un perfume. Jacques le dijo que era repartidor de paquetes y que había traído uno para ella, que tenía que salir afuera para comprobar que era de ella. Susan salió y ahí aprovechó para secuestrarla. A las pocas horas me llamó y me dijo que si no sacaba todos los libros de la librería en poco tiempo, iba a recibir noticias suyas. Así fue, a las cuatro horas no había conseguido sacar ningún libro de los que quedaban y recibí un paquete. Era una cajita pequeña. La abrí y vi que dentro había una oreja. Me quedé boquiabierto, era la oreja de Susan, lo supe porque llevaba los pendientes que yo le había regalado. Corrí a la cocina, me hice un café y mientras me lo tomaba, pensaba lo que podía ir haciendo. Decidí investigar. Iba a sacar los trapos sucios de los dueños de las librerías si no me ayudaban a sacar los libros. A la hora más o menos de que me llegara el paquete, Jacques me llamó y me dijo que me diera prisa porque lo siguiente no iba a ser la otra oreja. Yo le dije que me diera un poco más de tiempo, que tenía un plan. Él me dio ocho horas. Desde que colgué el teléfono, me puse manos a la obra y en dos horas había conseguido todo lo que necesitaba. Eran las cinco de la tarde, fui a la sala, cogí el teléfono y llamé a una de las librerías, le dije que me pusieran con el dueño. Esperé un rato y se puso al teléfono. Le dije que si no sacaban los libros en una hora decía todo lo que sabía. Esperé una hora para ver si pasaba lo que tenía planeado. A la hora llamé otra vez para ver si los habían sacado y así fue los habían sacado todos no solo los de esa librería sino de todas las librerías de Rusia. Pasó una hora más y Jacques me llamó. Me dijo que si los había sacado todos y le dije que sí. Pero el no me devolvió a Susan. Llamé a la policía. Les dije que el loco que había asesinado a aquella extranjera en Malasia tenía secuestrada a mi novia y que si no actuaban rápido la podían matar. La policía me hizo varias preguntas y en una hora nos pusimos en camino hacia el bosque donde Jaques tenía la caseta. Llegamos, me bajé del coche y toqué la puerta, le dije a Jacques que saliera que tenía que hablar con él. Me dijo que esperara, estaba sacando esa especie de silicona de la puerta. Cuando salió, le di un puñetazo en la boca y lo dejé en el suelo. La policía aprovechó ese momento para esposarlo. Miré hacia atrás para ver a Jacques y el agente Dupeyrat me dijo que entrara. Entré, vi a Susan inconsciente en el suelo por la falta de oxígeno y la examiné. Cuando la miré, vi que tenía las dos orejas. Salí con Susan en brazos y con la botella de oxígeno. Jacques me miró enfurecido y me dijo: “NO TE PREOCUPES, MARC, ESTO NO QUEDARÁ ASÍ”

1 comentario:

Anónimo dijo...

trANQUilo poco mas y escribes la biblia