
Esta historia que os voy a narrar ocurrió en el mes de agosto, un grupo de amigos viajábamos con destino a las islas Hawai, eran las vacaciones de nuestras vidas y todos estábamos contentos y con ganas de llegar pues eran ya varias horas de vuelo y el cansancio hacia presencia en todos, sobrevolábamos ya la selva amazónica y no paramos de admirarla pues era gigantesca y daba la sensación de que tenía todo por explorar, pero cuando nos dimos cuenta estábamos en medio de una tormenta, todos nos asustamos y nos temíamos lo peor y así ocurrió, un rayo nos alcanzó, el piloto perdió el control y nos estrellamos.
Cuando me levanté lloviznaba intensamente y me dolía mucho la cabeza miré a mi alrededor y vi fragmentos de avión por todas partes, busqué y encontré varios cadáveres de los pasajeros que nos acompañaban, me acerqué a otros que parecían muertos pero no lo estaban, sólo estaban inconscientes, eran mis amigos y estaban bien sólo algo heridos, aunque uno de ellos tenía la pierna rota. Nos alejamos de allí y construimos un refugio con los restos del avión, enterramos lejos de allí a los otros pasajeros, buscamos comida y medicinas e hicimos una hoguera. Aquella noche debido al cansancio dormimos profundamente…
A la mañana siguiente, recogimos todo y nos dispusimos a caminar y explorar para intentar salir de allí, caminamos varias horas, era mediodía y el sol calentaba mucho, estábamos sedientos y decidimos parar para buscar agua, buscamos por los alrededores y encontramos un río donde bebimos y llenamos las cantimploras, mientras yo lo hacía miré a la cascada y vi algo que brillaba detrás de ella, bajé cerca de la orilla del río y me tiré dentro de ella, cuando la crucé y me encontré al otro lado, busqué aquello que brillaba y no era otra cosa que una máscara funeraria inca, me asusté y llamé a mis amigos, después de un rato, nos encontrábamos todos al otro lado y buscamos por allí más restos incas, buscamos y buscamos y, detrás de una roca encontramos un sepulcro inca, los cadáveres estaban bien conservados y enterrados con sus pertenencias, aquello era muy interesante pero decidimos salir de allí e intentar llegar a la civilización, pues habían supersticiones de que si profanábamos una tumba el dios Sol nos condenaría a sufrir toda la vida.
Caminando se nos hizo de noche, pero decidimos seguir caminando orientándonos con las estrellas. Pasaron dos horas más y seguíamos caminando, cuando, de repente, escuchamos un crujido cercano, acompañado de varios gritos de guerra, nos asustamos y salimos corriendo, pero a la vez que lo hacíamos sentíamos que aquello que había gritado nos seguía cada vez más de cerca, llegamos a un descampado pero no veíamos nada hasta que tropezamos con un escalón y resulta que estábamos ante una pirámide escalonada, entramos para refugiarnos de ellos y esperamos despiertos hasta que amaneció.
Cuando amaneció, oteamos el horizonte y vimos un pueblo que parecía atacado, nos acercamos hacia él y hablamos con la población, nos dijeron que una tribu enemiga los había atacado, nos preocupamos pero decidimos ayudarles a reconstruir el pueblo y a hacer frente a sus enemigos, nos dieron de comer y beber y aguardamos hasta la noche…
Cuando anocheció llovía y hacía frío pero estábamos preparados para hacerles frente, escuchamos gritos y un grupo de ¡¿Caníbales?! nos atacó, vestían un taparrabos hechos con hojas de palmeras, estaban llenos de anillos, pulseras y collares hechos con huesos humanos, parecían locos pues tenían los ojos rojos y parecían mucho más agresivos de lo normal, luchamos toda la noche y, cuando amaneció, sólo quedamos nosotros vivos, contentos por haber sobrevivido pero tristes por haber perdido a los habitantes del pueblo que nos había ayudado caminamos y al mediodía llegamos a un pueblo llamado Iquitos, ellos nos llevaron a la capital, Lima, desde allí regresamos en avión hasta nuestro querido país, España. Todos coincidimos en que aunque no habíamos llegado a Hawai, estas fueron las vacaciones más emocionantes y raras de nuestras vidas.
Garbo
Cuando me levanté lloviznaba intensamente y me dolía mucho la cabeza miré a mi alrededor y vi fragmentos de avión por todas partes, busqué y encontré varios cadáveres de los pasajeros que nos acompañaban, me acerqué a otros que parecían muertos pero no lo estaban, sólo estaban inconscientes, eran mis amigos y estaban bien sólo algo heridos, aunque uno de ellos tenía la pierna rota. Nos alejamos de allí y construimos un refugio con los restos del avión, enterramos lejos de allí a los otros pasajeros, buscamos comida y medicinas e hicimos una hoguera. Aquella noche debido al cansancio dormimos profundamente…

A la mañana siguiente, recogimos todo y nos dispusimos a caminar y explorar para intentar salir de allí, caminamos varias horas, era mediodía y el sol calentaba mucho, estábamos sedientos y decidimos parar para buscar agua, buscamos por los alrededores y encontramos un río donde bebimos y llenamos las cantimploras, mientras yo lo hacía miré a la cascada y vi algo que brillaba detrás de ella, bajé cerca de la orilla del río y me tiré dentro de ella, cuando la crucé y me encontré al otro lado, busqué aquello que brillaba y no era otra cosa que una máscara funeraria inca, me asusté y llamé a mis amigos, después de un rato, nos encontrábamos todos al otro lado y buscamos por allí más restos incas, buscamos y buscamos y, detrás de una roca encontramos un sepulcro inca, los cadáveres estaban bien conservados y enterrados con sus pertenencias, aquello era muy interesante pero decidimos salir de allí e intentar llegar a la civilización, pues habían supersticiones de que si profanábamos una tumba el dios Sol nos condenaría a sufrir toda la vida.
Caminando se nos hizo de noche, pero decidimos seguir caminando orientándonos con las estrellas. Pasaron dos horas más y seguíamos caminando, cuando, de repente, escuchamos un crujido cercano, acompañado de varios gritos de guerra, nos asustamos y salimos corriendo, pero a la vez que lo hacíamos sentíamos que aquello que había gritado nos seguía cada vez más de cerca, llegamos a un descampado pero no veíamos nada hasta que tropezamos con un escalón y resulta que estábamos ante una pirámide escalonada, entramos para refugiarnos de ellos y esperamos despiertos hasta que amaneció.
Cuando amaneció, oteamos el horizonte y vimos un pueblo que parecía atacado, nos acercamos hacia él y hablamos con la población, nos dijeron que una tribu enemiga los había atacado, nos preocupamos pero decidimos ayudarles a reconstruir el pueblo y a hacer frente a sus enemigos, nos dieron de comer y beber y aguardamos hasta la noche…
Cuando anocheció llovía y hacía frío pero estábamos preparados para hacerles frente, escuchamos gritos y un grupo de ¡¿Caníbales?! nos atacó, vestían un taparrabos hechos con hojas de palmeras, estaban llenos de anillos, pulseras y collares hechos con huesos humanos, parecían locos pues tenían los ojos rojos y parecían mucho más agresivos de lo normal, luchamos toda la noche y, cuando amaneció, sólo quedamos nosotros vivos, contentos por haber sobrevivido pero tristes por haber perdido a los habitantes del pueblo que nos había ayudado caminamos y al mediodía llegamos a un pueblo llamado Iquitos, ellos nos llevaron a la capital, Lima, desde allí regresamos en avión hasta nuestro querido país, España. Todos coincidimos en que aunque no habíamos llegado a Hawai, estas fueron las vacaciones más emocionantes y raras de nuestras vidas.
Garbo



Al despertar fuimos a buscar leña, comida y a ver si había más gente o si estábamos solos. Algunos encontraron plásticos y los utilizamos para no mojarnos en las casetas, otros encontraron comida (mangos, cocos…), uno de los más valientes cazó tres jabalíes. Nos dimos cuenta de que algunos llevábamos móvil, empezamos a llamar pero no había cobertura, no había nada que hacer sino esperar y sobrevivir como podíamos. Entre los sobrevivientes había una pareja, la mujer estaba embarazada pero con el golpe perdió al bebé, estaba triste pero entre todos la ayudamos y se animó a salir a caminar.
Mientras caminaba se encontró con una tribu que hablaba en español, ella les contó todo lo que había pasado pero no la creyeron, ella los llevó a donde estábamos y al vernos allí nos dijeron que tuviéramos cuidado porque había una tribu caníbal. Todos nos asustamos pero ellos nos dieron un bebedizo para que no nos olieran. Pasaron varias semanas y nos quedábamos sin comida, fuimos a cazar, y volvimos con bastante comida. Al lado de donde estábamos había un río, construimos una especie de caseta como baño y nos bañábamos por turnos. Uno de los hombres se enamoró de la mujer que había perdido a su hijo, Lucía, y decidió apartarla de su marido, lo consiguió. Esos dos hombres, David y Manuel, tenían peleas constantes pero al final se acabaron porque Manuel se enamoró de otra del grupo, Ana. Decidimos ir al avión para ver si conseguíamos algo, pero no encontraron nada, volvieron a las casetas y se encontraron con uno de los chicos muertos, era Manuel, Lucía y David no se alegraron de su muerte pero tampoco se pusieron tristes, simplemente lo pasaron. Solo quedábamos cinco, Lucía, David, Marco, Ana, y yo, María. Era de noche, preparamos la cena, comimos y nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, fuimos Marco y yo a buscar a la tribu que hablaba español para que nos diera más bebedizo y cremas para que los caníbales no nos olieran. Nos lo dieron y nos fuimos, de camino a las casetas cogimos comida, fruta… Estábamos aburridos y nos fuimos a bañar en el mar, era un día de verano y los mosquitos no paraban de picar, Marco llevaba crema para los mosquitos y nos dijo que nos pusiéramos, pero poco para que durara lo suficiente. Poco a poco fuimos aprendiendo a preparar las cremas y bebedizos para que no nos olieran los caníbales y la crema para los mosquitos. Las cremas y los bebedizos ya no funcionaban, los caníbales sabían que estábamos ahí. Empezamos una lucha por la supervivencia, pero vimos que si estábamos unidos, nos sería mucho más fácil la supervivencia. Fuimos mejorando nuestras cremas y bebedizos pero no dieron resultado. Decidimos que matarlos era la mejor opción, y así lo hicimos. Cada noche salía uno, y mataba los que podía, aprovechábamos que estaban dormidos y que por mucho ruido que hiciéramos no se despertaban. Los matamos a todos y los fuimos almacenando para comerlos en caso de que no encontráramos nada que comer. Íbamos haciendo sal, aprovechando que teníamos el mar al lado y pusimos los cuerpos en la sal para que no se echaran a perder. Cada vez caminábamos más e íbamos encontrando nuevas guaridas. Decidimos cambiarnos de lugar, pero que estuviera cerca del mar para que no nos faltara la sal. Poco a poco la isla era más nuestra que de las tribus que allí habitaban. Cada sitio que habíamos dejado, estaba perfectamente limpio, cuidado y lleno de flores. La tribu que nos había proporcionado las cremas y los bebedizos, poco a poco se fue muriendo y no los guardamos, porque como tenían comida suficiente, la cogimos para nosotros. Esa cueva donde ellos vivían, la picamos y la convertimos en un cementerio. Encontramos metales y lo transformamos en monedas, íbamos encontrando cosas y fuimos inventando teléfonos que funcionaban sin necesidad de cobertura, llamamos a nuestros familiares y les dijimos que estábamos en una isla que estaba un poco abandonada y que poco a poco la fuimos arreglando y ya sirve para vivir. Fuimos construyendo casas y tiendas por si llegaban turistas, nuestros propios familiares… nos hicimos ilusiones y poco a poco fue llegando gente. Nos conocían en todo el mundo por haber poblado una isla. La llamaron Isla Perdida, no porque estuviera perdida, sino porque no se sabía de su existencia hasta que llegamos nosotros. Nos faltaban muchas cosas, el aeropuerto, el muelle, hoteles… teníamos casas pero llegaban más turistas de los que cabían y como la isla está cerca de España, el gobierno nos fue dando el dinero suficiente como para ir construyendo lo que nos faltaba. Terminamos de construir todo, pusimos Internet, nos regalaron ordenadores portátiles, pero como no le cogimos miedo a los aviones estamos aquí en Jamaica pasando unas vacaciones y contando nuestra historia.


























